La estimulación temprana: un reto del siglo XXI 

Lic. María Elena Grenier.
 
    En los últimos anos la comunidad internacional ha encauzado sus esfuerzos a convocar a cada uno de los países al desarrollo de programas de todo tipo encaminados a la protección de la niñez, a lograr mejorar la  calidad de vida de la misma, así como a trabajar porque alcance niveles cada vez mas altos de desarrollo. Eventos tan importantes como la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU (l948), la Convención de los Derechos del  Niño (l989), la Cumbre en Favor de la Infancia (l990), así como numerosos simposios y eventos regionales reconocen la necesidad de que los estados emprendan medidas encaminadas a la atención de la infancia. 
 
    La respuesta de los países ante estos esfuerzos mundiales por la protección de la niñez ha comenzado ya ha dar frutos, los cuales se materializan en la creación de programas y modalidades para la atención de los niños  y las niñas en la primera infancia. Los esfuerzos en el área de la salud se han materializado en la disminución de las tasas de mortalidad infantil, que aunque de forma discreta, en muchos países, representa un incremento de la masa poblacional infantil, que en la mayoría de los casos no cuenta con los recursos económicos familiares necesarios para garantizar su salud, higiene, alimentación y educación. 
 
    Dentro de esta gran masa poblacional infantil de este nuestro mundo de hoy una parte muy vulnerable es la de los niños de 0 a 6 anos. Estos niños aun no van a la escuela y son los que mas necesitan de los cuidados  y la satisfacción de necesidades por la familia, especialmente las de afecto. Estos niños son potencialmente los mas capaces de desarrollarse psíquicamente si cuentan con un medio social y cultural favorable materializado en la persona del otro, entendiéndose este como la familia unido al cuidador especializado y hasta otro niño mas capaz.  
 
    Se impone entonces la necesidad de iniciar la estimulación de los niños desde el mismo momento de la concepción. El hombre es un ser social y alcanza su desarrollo en las relaciones sociales que establece en ese medio a través de la actividad que desarrolla en el y la comunicación con los demás. 
 
    La problemática teórico - conceptual sobre la atención a los niños menores de 6 anos ha ido tomando fuerza en el mundo, contando en estos momentos con una diversidad de enfoques que van desde la identificación del sujeto de los programas de atención, pasando por las propias conceptualizaciones de precoz, temprana, oportuna hasta llegar a las concepciones que las sustentan o sobre las que subyacen. 
 
    Diferentes son además los criterios a tener en cuenta en las edades de los niños sobre los que se materialice esta estimulación, algunos tienden a considerar que la estimulación temprana es la que se desarrolla de 0 a 2 anos, otros de 0 a 3 anos y otros la extienden hasta los 6 anos....
 
Texto extraído el día 08 de Julio de 2012, disponible en: https://www.oei.es/inicial/articulos/estimulacion_temprana_reto_siglo_xxi.pdf
 
 
 
 
 

A favor de la detección precoz e intervencionismo moderado: ¿Hasta qué punto es efectiva la estimulación temprana? 

J.M. Prats - Viñas 
 
    Se entiende por estimulación temprana una serie de servicios que se ofrece a los niños desde el nacimiento hasta los 5 años, con el fin de promover la salud y el bienestar del infante, reforzar las competencias emergentes, minimizar los retrasos del desarrollo y remediar deficiencias existentes o emergentes, prevenir el deterioro funcional y promover la adaptación de los padres y el funcionamiento de la familia en conjunto. Estos objetivos se llevan a cabo mediante servicios individualizados para los niños de tipo evolutivo, educativo y terapéutico, ofrecidos en colaboración con un soporte planificado para las familias [1].
 
    Uno de los problemas es el significado de ‘temprano’ o ‘precoz’. Puede ser entendido en el sentido de precoz en relación con la edad o precoz en relación con la expresión de los problemas. Ambas interpretaciones tienen sus puntos positivos y negativos. Teóricamente, la mayor ventaja de iniciar el proceso precozmente en edad es la de aprovechar la gran plasticidad del cerebro en las etapas iniciales de la vida, que será mayor durante el período de lactancia. No obstante, tiene como contrapartida el hecho de que quizás el proceso patológico nunca llegue a presentarse. Tanto enfocarlo como iniciarlo en cuanto se presente tiene un gran beneficio inicial, ya que sólo se pone en marcha en aquellos pacientes que efectivamente lo requieren, y permite identificar con facilidad los objetivos de la intervención. En contra de la intervención cuando los problemas sean identificables está iniciar el proceso cuando los beneficios de la plasticidad cerebral ya han pasado. Por ello, la tendencia es a iniciar el tratamiento antes de los 9 meses, porque sería más efectivo que el iniciado con posterioridad [2].
 
    La intervención sobre el desarrollo infantil ha sufrido numerosos vaivenes a lo largo del pasado siglo XX. Como comenta Hulbert, los expertos en el cuidado de los niños se contradicen continuamente unos a otros e incluso se contradicen a sí mismos [3]. Así, por ejemplo, Holt desaconseja el estímulo excesivo, y afirma que el niño no es un juguete y no debería ejercerse sobre él fuerza, presión o estimulación indebida durante los 2 primeros años de su vida [4]. Por el contrario, Brazelton afirma que el bebé viene al mundo perfectamente preparado para la tarea de aprender acerca de sí mismo y del mundo que le rodea, y defiende de forma entusiasta estimularlo de todas las maneras posibles [5]. Quizás fueron los trabajos de Spitz en los años cuarenta [6] los que influyeron de manera más intensa en el establecimiento de esta última forma de pensar, a raíz de los estudios realizados en un orfanato, donde los bebés eran internados a los 3 meses de edad separados de sus madres. Este autor los comparó con los niños de una guardería penitenciaria en la que eran atendidos por sus madres biológicas. Observó que los niños del orfanato presentaban una reducción progresiva de su cociente de desarrollo de 131 a 70 al terminar el primer año de
vida. Esta y otras constataciones en las que se comprobó que los niños con estatus socioeconómicos desfavorables y no cuidados por sus madres presentaban una evolución mucho más desfavorable llevó a la idea de que los niños precisaban una estimulación suplementaria en relación con la habitual de su entorno.
 
    A raíz de esta línea de pensamiento se fueron organizando  diversos programas de estimulación. Uno de los que más notabilidad tuvieron fue el conocido como Proyecto Milwaukee [7]. En él se constataba que los niños cuyas madres eran retrasadas tenían muchas más posibilidades de ser a su vez retrasados.
Esto dio lugar a la confección de la Guía Portage [8], diseñada para efectuarse en los domicilios de la mano de visitadoras sociales, que ha desarrollado una serie de 200 fichas para momentos secuenciales del aprendizaje y que aún ofrece una inestimable ayuda a muchos terapeutas. Una revisión de los comienzos de la estimulación temprana en los años setenta podemos encontrarlo en el capítulo de Meier [9].
 
    En EE. UU. se ha potenciado un gran número de servicios para intervención temprana gracias a las leyes emitidas al respecto, lo que implica que todos los sistemas públicos tienen obligación de ofrecer servicios de intervención a todos los niños por encima de 3 años que lo necesiten [10], e incluso mas allá, basados en la conocida como The Individuals with Disabilities Education Act (IDEA) [11]. La sección C de esta acta incluye la opción de suministrar apoyo a todos los niños minusválidos desde el nacimiento hasta los 3 años, que se expandió hasta incluir a todos aquellos con riesgo para desarrollar minusvalías.
Todos estos servicios requieren un tiempo considerable y un aporte financiero significativo por parte de Sanidad y Educación, así como el tiempo de las familias. Como veremos, su eficacia no se ha podido probar científicamente, pero al menos tienen una repercusión positiva en la relación padres-hijos y en la calidad de vida familiar [12].
 
    Además de la Guía Portage, apareció una plétora de intervenciones basadas en principios del neurodesarrollo, de las que son muestra los learningames para los 3 primeros años de vida [13] o el protocolo ‘HOME’ [14], entre otros muchos. Todos ellos intentan influir basándose en modelos supuestos de la
secuencia madurativa. Es bien conocido y admitido que ciertas habilidades del lactante pueden ser estimuladas y su aparición adelantada [15], y que con ello se consigue un adelanto significativo del inicio de la deambulación por parte de los bebés de determinadas etnias, cualidad indispensable para llevar a cabo la forma de vida nómada de estos pueblos...
 
 
 
Texto extraído el día 08 de Julio de 2012, disponible en: https://www.neurologia.com/pdf/Web/44S03/xS03S035.pdf